Hace unos años (no muchos) hablar de "cambio climático" generalmente terminaba en un debate sobre si era una conspiranoia, una cortina política o realmente eso estaba pasando.
Hoy día, hay gente que no cree que los polos puedan derretirse y otros que piensan que con el cambio climático y la subida del nivel del mar, en un par de años Sevilla tendrá playa. Muy probablemente ninguno tenga razón; el debate del cambio climático seguramente nos sobrevivirá a la mayoría, pero yo, qué quieres que te diga, ya me lo creo todo.
Llámalo cambio climático, llámalo coincidencia, llámalo equis (que diría mi amiga Gloria), el caso es que estamos a dieciséis de octubre de 2009 y llevo tres capas menos de ropa que en octubre de 2008. El otoño se ha perdido por el camino. No llega. Y cuando llegue, preveo una escenita a lo Bienvenido Mr Marshall "visto y no visto" y, antes de que nos demos cuenta, ya será navidad.
En Sevilla estamos acostumbrados al calor, pero esto no es normal. Comer castañas, de las de castañero y "fumata blanca" de toda la vida, en tirantas, roza lo antinatural y empezamos a impacientarnos.
¿Cambio climático? No lo sé. Pero quizá deberíamos empezar a pensar en las consecuencias de las cosas que le hacemos al planeta; aunque sólo sea por que a nuestros nietos, eso del "otoño", no les suene a batallita de abuelo.
PD: Y sí, dos años después, vuelvo a participar en el blog action day. Por los pelos, pero sí.