martes, diciembre 01, 2009

La anarquía y los semáforos: Toma uno.

Nunca he sido muy amiga de las anarquías, quizá porque durante los últimos años de primaria para mí esa palabra sólo representaba una "A" poco original después de que muchos la pintasen en su mesa para demostrar lo guays que eran (vale, lo admito: es posible que yo la pintase en la pizarra alguna vez, pero sólo por saber qué tenía de especial, la borré pronto. Lo juro) Por esto no escribo, porque siempre me voy por las ramas y termino diciendo estupideces

Repetimos.

Nunca he sido muy amiga de las anarquías y de la gente que hace lo que le da la gana sin importarle que esté violando una norma; ya sea de convivencia, de circulación o de cualquier cosa que, aunque en un principio parezca divertido y de gente enrollada, puede tener consecuencias bastantes feas.

Bien, vamos mejorando. Párrafo uno: Toma tres.

Nunca he sido muy amiga de las anarquías, pero esta mañana ha pasado algo -chan, chan, chaaan- que me ha hecho reflexionar sobre la gente y las normas en general: Hacía algún tiempo que un semáforo que regula el paso de los peatones por una calle que cruzo a diario estaba estropeado, seguía ahí, donde siempre, pero apagado perpetuamente. Los primeros días, recuerdo que todos nos quedábamos un rato esperando a que se encendiera antes de aventurarnos a cruzar sin saber si nos tocaba; barajando la posibilidad de que la única bombilla fundida fuese la del "peatón rojo", hasta que dejaban de pasar taxis con sed de bronca y, entonces, pasábamos, aunque sin saber muy bien si habíamos cruzado en verde, rojo, o qué.

Pero según fueron avanzando los días, a penas un par, todo empezó a sincronizarse perfectamente sin semáforo, la gente sabía cuando podía pasar y cuando tenía que esperar, coches y taxis (que, por dios, que un taxista te ceda el paso es como que el AVE llegue tarde: Pasa, pero poco) sabían cuando tenían que pasar y cuando debían ceder el paso. Y no me refiero a "pasar cuando no pasen" no. Todo funcionaba. Funcionaba constantemente.

Bien, pues hoy han arreglado el semáforo. ¿Resultado? En menos de 4o segundos he visto cómo casi atropellan a tres personas. Sí, todos los que cada mañana pasamos por ahí, teníamos tan asimilado el modelo hormiguil de auto-organización, que el semáforo, más que hacer, ha deshecho.

Y sí, me podrás decir que no es nada especial que un paso de peatones funcione o que alguien, siguiendo el modelo de repetición y acción retenida, vea el semáforo en rojo y, aún así, cruce como cada mañana; pero quizá, y sólo quizá, deberíamos pararnos a pensar si omitir algunas cosas que no nos permiten seguir evolucionando en el "modelo de colmena". Obviamente no hablo de que muera un compañero de trabajo y nos de igual, que nuestra esperanza de vida sea la de un insecto y ni mucho menos insinúo que las normas de tráfico deban olvidarse (ya dije que no era amiga del libre albedrío); hablo de saber actuar cuando no hay una lucecita verde de la que dependa nuestra vida o de saber entender y respetar las necesidades del otro sin que te tengan que amenazar con un multazo. De eso hablo.

Vaya, no sé, no me termina de convencer. Post uno. Toma dos:

Nunca he sido muy amiga de las anarquías [...]